Fenomenal Funds es una colaborativa de financiadores feministas que utiliza un modelo de gobernanza compartida y financiamiento participativo para apoyar la capacidad de resiliencia de los fondos de mujeres miembros de la Red Internacional de Fondos de Mujeres Prospera.
En Fenomenal Funds vemos el aprendizaje como un proceso emergente, adaptativo y coevolutivo. En nuestra experimentación como entidad colaborativa de financiación feminista, todas las partes interesadas interactúan en un proceso de poder compartido, respondiendo y adaptándose unas a otras, de modo que lo que surge y evoluciona es un ciclo continuo de aprendizaje.
Como parte de esto, estamos documentando nuestro modelo para comprender el cambio que resulta de apoyar la infraestructura de financiamiento feminista de esta manera, para capturar nuestros aprendizajes y compartir nuestras ideas. Para guiar nuestro viaje de aprendizaje, contratamos a un compas de aprendizaje externo , KIT, Royal Tropical Institute, a través de un proceso de expresión de interés. Pero antes de entrar en el meollo del aprendizaje y la evaluación feminista, nos encantaría que las conocieras.
Hablamos con el equipo de KIT: Ana Victoria Portocarrero, Camilo Antillón y Rebecca Rosario Hallin, para comprender sus viajes como individuos y como equipo, y para descubrir qué es lo que más les interesa y entusiasma a medida que documentan y dan sentido al modelo de Fenomenal Funds en la práctica.
Esperamos que disfrute de la entrevista tanto como nosotres.
¿Qué evento, persona o momento en tu vida te sirvió de catalizador para trabajar por la justicia social? ¿Cómo ha influido en lo que estás haciendo hoy?
Camilo: Cuando era estudiante universitaria en Nicaragua tomé un curso electivo sobre violencia de género. La maestra era miembro del Grupo de Hombres Contra la Violencia, un grupo que comenzó a principios de la década de 1990 y organizaba reuniones quincenales para reflexionar sobre temas relacionados con las masculinidades y la violencia. Empecé a participar en el grupo y después empecé a trabajar como facilitadora de talleres de reflexión con grupos de hombres en comunidades urbano marginales. En estos espacios colectivos tuvimos la oportunidad de pensar críticamente sobre las desigualdades de género y cómo contribuimos a reproducirlas en nuestra vida cotidiana. Para mí también fueron un punto de partida para un interés en la teoría feminista y el activismo contra la injusticia de género y otras formas interconectadas de opresión, un interés que sigo compartiendo con muchos amigos y colegas.
Ana Victoria: En mi caso fue la música la que despertó mi pasión por la justicia social. Nací y crecí en Nicaragua, un país donde había triunfado una revolución popular de izquierda. La música fue un elemento clave para sostener el entusiasmo de la población en un contexto de guerra, intervención externa y bloqueo económico. La música de protesta y testimonial contaba la historia de quienes habían soñado con profundas transformaciones sociales en nuestra región, y a través de ella empecé a dar sentido a la realidad que observaba. En la década de 1990, cuando la revolución había terminado (con sus éxitos y fracasos), también pude entender a través de la música lo que estaba cambiando, cómo el neoliberalismo estaba reinstalando y profundizando las desigualdades sociales. Aunque hoy veo el papel de la izquierda de una manera más crítica, la música testimonial y reivindicativa sigue corriendo como sangre por mis venas.
Rebecca: Aunque lejos de mis dos países (Suecia y Colombia), recuerdo que a los 15 años aprendí sobre la ocupación israelí de Palestina. Dolorosamente consciente del resultado final (mientras aún estaba en curso), aprender más sobre la situación me pareció una historia de terror, y no podía entender cómo el mundo pudo haber permitido que las potencias coloniales en ese momento crearan una situación tan devastadora e insostenible para ambos pueblos. Creo que esto me dio una de mis primeras ideas sobre cómo los movimientos, los discursos y las subjetividades históricas dan forma a nuestro presente, y lo importante que es saber quién está contando la historia de estos movimientos.
Ana y Camilo: ¿cómo creen que su experiencia trabajando en las organizaciones de base y la educación popular en América Latina moldea sus perspectivas?
Camilo: A partir de esas primeras experiencias en sesiones y talleres de sensibilización, tanto como participante como co-facilitadora, comencé a desarrollar una profunda apreciación del potencial transformador de una reflexión que es a la vez colectiva y basada en nuestras experiencias vividas, dos elementos que siento que han guiado mi trabajo en investigación y educación. También ofreció la oportunidad de aprender de varias personas que estaban comprometidas en diversas formas de activismo feminista y de justicia social, y de tomar conciencia de la importancia de la autorreflexión crítica sobre los complejos sistemas de privilegios y desigualdades en los que estamos inmersos.
Ana Victoria: Mi trabajo como investigadora feminista y académica ha estado profundamente impregnado de dos lecciones clave que valoro mucho de mi trabajo con los movimientos sociales en América Latina. El primero es el lugar de las emociones. Hay mucho dolor compartido entre los activistas debido a las realidades que nos unen. Pero también hay mucha alegría, música, cariño, que es lo que sostiene la lucha a largo plazo. La segunda es la diversidad de saberes y formas de conocer que se entrecruzan con las personas que trabajan en estos temas. Entiendo el conocimiento como un proceso profundamente emocional y diverso; como algo con lo que conectamos colectivamente y no como algo que adquirimos; y como algo que es accesible para todos nosotres cuando somos capaces de relacionarnos con nuestro entorno con todos nuestros sentidos.
Rebecca: Usted fue diplomática, ¿qué le llevó a esta labor de investigación por la justicia social?
En mi anterior cargo tuve el privilegio y el placer de trabajar y aprender de muchos actores impresionantes de la sociedad civil, que desafiaron y apoyaron a la comunidad diplomática. Así que, tras una década en el mundo de la política exterior, con un asiento en primera fila en los debates sobre muchos de los retos mundiales a los que nos enfrentamos hoy en día, ya sea la amenaza de las armas nucleares, los conflictos armados, la financiación (in)sostenible de las intervenciones para el desarrollo, así como las dificultades a las que se enfrentan los gobiernos para adoptar juntes las medidas necesarias, quise explorar la posibilidad de formar parte de otras vías para abordar estas cuestiones. Mi cambio también se debió al deseo de profundizar en la comprensión de los factores subyacentes a la falta de justicia social y, a través de mi trabajo, contribuir a la base de pruebas para ello.
Por último, pero quizá uno de los impulsos más importantes para mí, ya que creo firmemente que la voluntad interna de cambio es una condición necesaria para poder promulgar el cambio externo, ha sido trabajar en un entorno en el que los valores feministas son principios rectores.
Cada uno de ustedes ha recorrido un camino diferente. ¿Cuál es el pegamento que hace que trabajen tan bien juntes?
Uno de los elementos que nos une es el interés compartido por reflexionar críticamente sobre las estructuras y dinámicas de poder que influyen profundamente no solo en los temas que trabajamos, sino también en nuestra vida personal y profesional. Como equipo, estamos creando un espacio abierto y seguro donde podemos participar juntes en estas reflexiones, y también nos esforzamos por crear dichos espacios con nuestros socios de otras organizaciones.
Otro elemento que compartimos es precisamente la experiencia del movimiento constante. Mudarse de nuestros países a los Países Bajos; pasar de nuestros afectos a un espacio en el que estamos creando nuevas experiencias; pasando de trabajar en la academia, la diplomacia o con los movimientos sociales a comprometerse ahora como socios externos, situados en una organización ubicada en el Norte. Moverse (física, emocionalmente, mentalmente) implica mucho aprendizaje a través de la incomodidad. Todos estos aprendizajes los llevamos a los proyectos en los que colaboramos.
Desde su punto de vista, ¿qué es el seguimiento, el aprendizaje y la evaluación feministas? ¿Por qué es importante? ¿Qué lo diferencia de otros enfoques?
Desde nuestra perspectiva, el seguimiento, la evaluación y el aprendizaje (MEL) consisten en comprender cómo se produce el cambio social y cómo determinadas acciones pueden contribuir a él. Este compromiso con los procesos de cambio social se sitúa en un punto de vista particular que guía nuestras acciones, y en el caso del MEL feminista ese punto de vista está profundamente arraigado en la larga historia de las teorías y movimientos feministas que han luchado por la justicia de género. Al mismo tiempo, reconocemos que existen diversos feminismos y diversas interpretaciones de lo que es la justicia de género y de cómo contribuir a ella, de ahí la importancia de los diálogos continuos sobre nuestras visiones compartidas, pero también divergentes, de la justicia de género, que tienen en cuenta otros sistemas de opresión que se entrecruzan, como el racismo, el colonialismo, el clasismo, el edadismo, el capacitismo y la heteronormatividad.
La MEL feminista pretende contribuir a estos diálogos, visiones y acciones hacia una mayor justicia de género, generando colectivamente conocimientos que puedan informar las transformaciones sociales a las que aspiramos. Esta contribución implica no sólo cuantificar esas transformaciones, sino también comprender las narrativas y experiencias vividas de los involucrados, y por lo tanto influir en la elección de métodos que favorezcan las perspectivas y el compromiso activo de los protagonistas de estos procesos. La MEL feminista también reconoce que la generación de conocimiento no ocurre en un vacío social y necesita considerar las estructuras de desigualdades que pueden dificultar que ciertas voces sean escuchadas.
¿Qué le ha entusiasmado de la convocatoria de candidaturas para compas de aprendizaje de Fenomenal Funds?
Ana Victoria: La noción de un compa de aprendizaje, en contraposición a un evaluador externo, fue uno de los elementos que más me entusiasmó. Considero que el conocimiento siempre se co-crea y, en ese sentido, veo mi papel en este proceso de aprendizaje con FF como facilitador de un espacio horizontal donde aprenderé junto con el resto. Estoy encantada de que podamos comprometernos con el trabajo de los fondos de mujeres en tantas regiones del mundo, ya que creo firmemente que las verdaderas transformaciones sociales surgen de los movimientos sociales, y que se deben poner esfuerzos filantrópicos en esos movimientos. Por último, me entusiasma especialmente entender la gobernanza distintiva creada para los Fenomenal Funds y lo que esto significa en el panorama filantrópico feminista.
Rebecca: Para mí, que acababa de terminar un estudio sobre cómo "localizar" fondos para actores nacionales y locales, la convocatoria indicaba que Fenomenal Funds era una iniciativa que estaba poniendo en práctica muchas de las conclusiones a las que habíamos llegado en el estudio de localización; Abordar (y en primer lugar admitir) las jerarquías, reconociendo el conflicto entre las normas de información financiera y la flexibilidad, la necesidad de establecer relaciones y generar confianza para colaborar más allá de las estructuras organizativas, los idiomas, etc. También me atrajo la idea de poder utilizar mi experiencia de haber representado a un donante (gubernamental), desde una perspectiva diferente, para pensar en lo que se necesita para incidir positivamente en el ecosistema filantrópico y adoptar enfoques más feministas en materia de financiación.
Tenemos una lista creciente de curiosidades a medida que practicamos y reflexionamos sobre nuestro modelo de gobierno compartido. ¿Qué curiosidad siente al profundizar en el trabajo de Fenomenal Funds?
Ana Victoria: Comparto muchas de las curiosidades que han sido planteadas por los diferentes actores de Fenomenal Funds hasta ahora. Por ejemplo, me interesa mucho saber qué tipo de colaboraciones han surgido entre fondos de mujeres como parte de esta iniciativa, así como qué tipo de espacios de transformación está permitiendo esta forma particular de gobernanza compartida.
Me interesa especialmente reflexionar sobre las barreras y resistencias a la cooperación, en qué consisten y de qué se derivan. Dentro de esta curiosidad me gustaría explorar qué condiciones se necesitan para crear un entorno no competitivo.
– Rebecca
¿Qué trabajo le entusiasma especialmente como Learning Partner de Fenomenal Funds? ¿Qué podemos esperar?
Camilo: Lo que más disfruto de una trayectoria de aprendizaje como esta, es la oportunidad de interactuar con las diferentes personas involucradas, ya sea a través de talleres o sesiones colectivas, o a través de entrevistas en profundidad o conversaciones informales. Ya hemos tenido la oportunidad de colaborar con los miembres del grupo de trabajo, el Comité Directivo y el Comité Asesor, y hemos tenido intercambios muy enriquecedores y estimulantes. Lo que más espero ahora es comprometerme con los diversos fondos de mujeres que están en el corazón del trabajo que realiza Fenomenal Funds, y aprender de las historias de los viajes en los que se han embarcado juntas como parte de esta iniciativa.